La
clave de la práctica budista no consiste, como muchos piensan, en no pensar, en
intentar, de forma obsesiva, dejar la mente en blanco, vacía de pensamientos.
Más bien se trata de permanecer atento, en calidad de observador, del
fluir de nuestros pensamientos, sensaciones y percepciones sin entrar en
diálogo con ellos. Es decir, permanecer dentro de una consciencia tranquila
siendo los espectadores de nuestros pensamientos.
Dentro
de la tradición budista a este estado se le denomina “presencia”. Ella
consiste simplemente en permanecer en la claridad natural del espíritu. Si yo
soy consciente de mis pensamientos, sensaciones y percepciones habituales, en
vez de dejarme llevar por ellos, su poder sobre mí se debilitará.
Lo
importante es entender que ese continuo ir y venir de los pensamientos no es
más que el funcionamiento natural del espíritu, similar a las olas que baten la
superficie de la orilla del mar.
Un
ejercicio sencillo consiste en sentarse recto y concentrarse en el fluir de la
respiración. En poco tiempo será consciente de los pensamientos que comienzan a
atravesar su espíritu. Algunos serán fáciles dejarlos pasar, otros le arrastrarán
en una sucesión de nuevos pensamientos derivados del primero. En ese momento
hemos perdido el estado de presencia, ya no somos simples observadores de nuestra
charla mental si no que nos identificamos con ella. Es el momento de dirigir de
nuevo la atención en la respiración y recuperar nuestra libertad y claridad. Al
principio se quedará asombrado de la cascada de sensaciones e ideas que invaden
su espíritu. Tranquilo, eso no significa que haya fracasado, al contrario, más
bien significará que usted ha comenzado a identificar el número de pensamientos
que normalmente atraviesan su espíritu sin que usted se dé cuenta. Simplemente
recordar que cuando nos perdemos en el encadenamiento infinito de pensamientos,
dejamos de ser el que observa.
Al
principio la práctica de la atención puede parecer difícil. No espere un éxito
inmediato. Cada vez será capaz de permanecer más tiempo libre del parloteo
continuo de su mente. Desarrollar la atención va a establecer, poco a poco,
nuevas conexiones entre las neuronas y a inhibir la charla establecida entre
las antiguas conexiones.
Este
es el primer paso que nos permitirá liberarnos de la charla continua entre
neuronas que nos encadenan a ideas fijas que limitan nuestras capacidades: el
miedo, la desconfianza, los celos, la inseguridad, … En otras palabras, la
confusión que nos produce alejarnos o dejarnos arrastrar por nuestra frenética
actividad mental constituye el primer paso hacia la vía del verdadero bienestar.
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