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La respiración abdominal





La práctica del yoga como la vida comienza con la respiración. Los yoguis estudiaron ampliamente el proceso respiratorio, lo que les permitió desarrollar unos métodos respiratorios o “pranayamas” que nos permiten sacar el máximo beneficio de esta función vital.
El primer objetivo es recuperar la respiración natural, esa que practican los bebés y que vamos perdiendo con la aparición de bloqueos derivados de tensiones físicas, las emociones negativas o la actividad descontrolada de nuestros pensamientos.
Lo primero que debemos hacer para recuperar la respiración natural es observar cómo respiramos en diferentes momentos y situaciones a lo largo de un día. Convertirnos en observadores de nuestra propia respiración. Por ejemplo, podemos notar que cuando estamos asustados o nos sentimos en peligro respiramos demasiado rápido tomando más aire de lo que necesitamos realmente.

Respiración abdominal o diafragmática

La respiración abdominal involucra totalmente el uso de diafragma, el músculo que separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal.

Al ejercer presión hacia abajo, hace que el abdomen se expanda y permite que entre aire a los pulmones, (haciendo presión en los órganos digestivos) y de la misma manera, al salir el aire, el diafragma se relaja y el abdomen se contrae (haciendo un masaje estimulante al corazón).

A la mayoría nos parece poco natural que el abdomen se infle si respiramos adecuadamente, pero es lo que deben ocurrir para respirar de forma completa y natural. Esto es debido al diafragma que, al hacer presión hacia abajo cuando inhalamos desde la parte baja de nuestros pulmones, lleva a que el abdomen se expanda.



¿Cómo se hace la respiración abdominal?

1.- Para practicarla, lo mejor es tumbarse boca arriba y colocar las manos sobre el abdomen (por donde está el ombligo) y respira por la nariz, lentamente y con consciencia.

2.- Antes de empezar expulsa a fondo el aire de tus pulmones varias veces, si quieres haciendo algunos suspiros, con el fin de vaciarlos bien de aire residual, lo cual automáticamente provocará la necesidad de inspirar más profundamente.

3.- Inspira haciendo uso de toda tu capacidad pulmonar cuando inhalas, haz una corta retención a pulmón lleno, y luego exhala todo el aire hasta vaciar tus pulmones.

Observa cómo sube el abdomen completamente al inhalar y cómo se desinfla y se contrae ligeramente al exhalar. Si el movimiento se origina en otra parte, puedes concentrarte en hacer que tus manos se eleven al inhalar y bajen al exhalar. Para ver con mayor claridad el movimiento, puedes utilizar un cojín sobre tu abdomen.


4.- Una vez conseguido este impulso de respiración profunda, inspira hinchando el abdomen como si quisieras empujar hacia arriba las manos.  Mientras más extiendas el diafragma y más profundo respires, más se “hinchará” tu vientre.

5.- Retén unos instantes el aire en tus pulmones
Cuando sientas la necesidad de expulsar el aire, hazlo relajando tu vientre (este se “desinflará” y las manos bajarán con él). Y al final de la exhalación empuja voluntariamente el diafragma hacia los pulmones para expulsar todo el aire.

Beneficios de la respiración abdominal

  •   Lleva gran cantidad de aire a los pulmones, ventilando la base de los pulmones y permitiendo una renovación completa del aire.
  •   Procura un importante masaje de las vísceras abdominales.
  •   Favorece la oxigenación de la sangre.
  •   Actúa sobre el plexo solar liberando la ansiedad (y ese “nudo en el estómago”)
  •   Estimula el movimiento del corazón y mejora la circulación.
  •   Favorece al tránsito intestinal.


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