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Diferencias entre el yoga y la gimnasia muscular dinámica



La práctica física del yoga tiene tres principios básicos que condicionan su realización: inmovilidad, duración y relajación.

El asana debe mantenerse con inmovilidad absoluta física y mental el mayor tiempo posible y buscando el mayor grado de relajación muscular, dentro de las capacidades del practicante. Únicamente los músculos que están relajados pueden estirarse, con tribuyendo así a el perfeccionamiento de la postura. Un músculo contraído no cede.

Desde un punto de vista fisiológico la práctica del yoga se considera un ejercicio isotónico, excéntrico y aeróbico: el músculo se alarga en su longitud y se utiliza oxígeno en el mantenimiento del estiramiento muscular. Al emplearse el oxígeno para mantener el músculo estirado, se favorece un proceso antioxidante a nivel celular favoreciendo el retraso del envejecimiento.



Este aspecto diferencia la práctica del yoga de la gimnasia muscular dinámica (correr, aerobic, ciclismo, etc.), en la que se realiza un ejercicio isométrico y anaeróbico: el músculo no varía en su longitud, se encuentra contraído y en tensión = potencia lo que condiciona la no utilización de oxígeno para mantener el trabajo muscular, favoreciendo la presencia de fatiga muscular del metabolismo por el depósito de ácido láctico en el interior del músculo a consecuencia de la anaerobiosis (falta de oxígeno), ya que dicho ácido láctico es una sustancia de desecho.
Estas condiciones de anaerobiosis en el metabolismo muscular generan un proceso de acidosis tisular, con incremento de la oxidación celular y depósito de ácido láctico en el músculo, lo que origina secundariamente un aumento del envejecimiento celular por el aumento de la oxidación dentro de la célula.


La relajación muscular como ejercicio isotónico, excéntrico y aeróbico, no genera cansancio muscular ni fatiga; por lo que, si aparecieran estos síntomas durante o después de la sesión de yoga es que ésta ha sido realizada sobre la base del esfuerzo muscular y la tensión.  Durante la duración en la asana, es decir, durante el tiempo que mantenemos la postura la actitud correcta es la relajación y atención mental concentrada, para conseguir los efectos antes mencionados y evitar así la oxidación celular.

Toda esta explicación nos lleva a entender que el yoga, a diferencia de otros tipos de gimnasia, no tiene como objetivo principal la correcta ejecución de una serie de posturas más o menos complicadas; su objetivo es conseguir que el músculo se mantenga estirado y relajado durante la ejecución de la postura, para ello la correcta oxigenación es vital, de ahí la insistencia y la importancia de la respiración.

                                     

El yoga es uno de los pocos, sino la única disciplina, que nos permite vencer el automatismo de nuestro cuerpo a la tensión y la contracción que tantos problemas musculares y metabólicos nos ocasiona, además de retrasar el proceso de envejecimiento. La práctica habitual del yoga nos enseña a ser conscientes de como nuestro cuerpo está sometido a un intenso estrés producto de la tensión y la contracción muscular constantes. Busca durante el día un momento de pausa, realiza varias respiraciones abdominales, suelta, relaja los músculos y estírate. Fija tu mente en un objeto, en tu respiración y permite a tu cuerpo ser el recipiente perfecto para tu alma.  


Comentarios

  1. Artículo interesantísimo, me gustaría conocer la fuente.
    Muchas gracias.

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